martes, 21 de diciembre de 2010

Zaratustra

Estaba cada vez mas apartado, más solo, no lograba comprender como o porque se sentía mucho mejor solo, alejado de la gente, del ruido, de las tonalidades de grises, los autos negroamarelos que abundaban en todas las calles de la ciudad, incluso en esas tan angostas en la que solo hay espacio para ir hacia adelante, solamente. Tenía años en su retiro. Que ganas tenía de ir hacía adelante, solamente. Pero sabía que el ambiente tosco de una ciudad que quiere crecer pero se estanca lo rodeaba, y las consecuencias de algunas propias hacías no muy bien pensadas, mas bien impulsivas, pero con sincero arrepentimiento (y a veces pesar fuerte en la consciencia) le convencían, justo cuando creía lo contrario, que se seguía convenciendo de estar cada vez mas alejado. Se alejaba, se encerraba en su soledad, y la disfrutaba. La sentía suya. Soledad para que su apreciación de las cosas, de la vida, siga estando íntegra y no sea contaminada por agentes externos presentes en la ciudad. Sabía que el veía las cosas diferente. Pero no diferente. El simplemente veía otra cosa, esa otra cosa que los demás no veían; aparte, claro, de ver también las cosas que todos veían. En eso radica la importancia, y también la necesidad, de gozar, disfrutar y respetar a la soledad. A la Pura Soledad. A esos momentos que la compañera no reprocha en su silencia ni afirma con un grillo. A los momentos que mas bien le intriga al decirle que afuera tiene un mundo por descubrir y que no está dispuesto a esperar por el. El duda, desespera, no puede concebir al mundo si el mundo puro no fuera, y se asusta, pero infla el pecho, mas por orgullo de animal integral que por valentía, pero se anima a recorrer la ciudad, para empezar a salir de su soledad, regalar un poco de luz y sabiduría. Como aquel super hombre, Zaratustra, por las cuevas y bosques gérmanicos. Super hombre, q más q hombre era alma-fuego-tierra-viento-agua-y ser; un ser también puro, aunque no un super ser, es este mi compañero que se atreve a salir de su ostra de natura en medio de dura jungla y enfrentar para conocer a esta ciudad de concreto que fácilmente sus secretos ninguno lo no va a ceder. Inocente es este ser, convencido en su saber, que lo que tiene para decir muchos lo van a entender, no es dificil lo que este Ser ha de hacer si en tamaño se refiera, un grano de arena de su causa es tan grande como la hermosas ballenas azules barbudas del sur del continente americano, que cada vez son menos, si no es por caza es por falta de su ambiente, ese ambiente que destruyen muchos hombres incoherentes. Y ese Ser no pudo entender como el mar desechos bien supo acojer, quiza sin desearlo, le impusieron ese cambió y el mar cambió con el. Dejo de ser un mar para ser del hombre un pozo. ¿Por que sacrificaría el bello mar sus aguas? Se preguntaba el Ser, no podia concebir que el hombre a la natura no le fuera fiel. Mientras mas avanzaba en la ciudad, en su espiritu elevado, el Ser noto los cambios en las reacciones del ser humano. ¿Cuanto tiempo estuve lejos, rodeado de animales y bosta? ¿Esos bellos robles, mis ombúes curvos, mis sauces llorones? De las ideas, de la pureza de lo que me rodea. Cuando en la ciudad es que se cuece con candela y se atiza a la avaricia, al prejuicio y a la condena. ¿Hombre deseando lo ajeno cuando en la tierra encuentra pampas cubiertas de prado, vacas y avena? El ser no entiende. ¿Que pasa con la vida? Entre aturdido y mareado ordena mas sus sentimientos que sus ideas: creía que sería una lucha medida y no tan dispareja. En la ciudad se cocinan los caldos sin olla y puro la candela. ¿Cuando en su soledad, en su natura ancestral, tuvo el Ser que maldecir por tiempo no tener o por pronto acabar, o preocuparse por que el águila le comió un manjar? Sabía el Ser que lo que se apremia es por que antes un esfuerzo fue, más facilismo y oportunismo en la ciudad es fácil ver. Después del asombro y de recomponerse de la horrible primera sensación que le dio la compañia, el Ser se dispone a seguir trazando su huella para descubrir si en las estrellas duermen sirenas como le dijo el buho un día. Hermosas sirenitas, picaras y con carisma, que duermen en los brazos de la estrella que las cobija. Pero la ciudad se rie de el, Ser no puede entender. Le dicen que esas estrellas puro gas y fuego han de ser. No lo puede creer. Para el Ser serán la cuna de las sirenas de la imaginación de su placer. Es que el Ser ya no sabía que lo aprendido algún día sino va con la mayoría te reniegan enseguida y así la soledad, eterna y servil compañía, le recuerda que es lo que sabe lo que lo va a salvar un día. Ser sería un loco a los ojos de la rutina pero sus retinas siempre miran hacía adelante y hacía arriba, como queriendo gritarle cosas a las palomas y golondrinas: Vuelen alto y nunca vuelvan, quédense en la natura pérdida, que hacer del mármol de las columnas, el árbol ramas y madera, el nido nunca calienta pues el mármol siempre enfría. Y es un loco, en teoría, Ser que deambula por la acera, en harapos, la boca abierta, a pesar de sus venías, sus odiseas comparables con las más viejas y bellas ruinas: Cimientos siempre fuertes para no soportar del tiempo la travesía. Es un loco por que no acepta de la natura la lejanía y la travesía en la ciudad, en la que lleva toda su vida, solo le hace desear más alejarse de las avenidas. De la gente. No entiende como todos siendo iguales, son tan diferentes. Iguales entre sí. Diferentes para con ellos. Ser encuentra a la igualdad perdida entre de libertades manifiestos. A la igualdad sometida al sentimiento personal. Al egoísmo que produce el vivir para trabajar. La libertad. El Ser sintetiza en que solo él es libre, nadie más. Y como poco se equivoca, Ser que nadie contradice, para el Ser la libertad se esgrime al ser como es y no al ser la suma de participes. Libertades de albedríos solo para él existen, que es diferente, mientras los otros son iguales pero se visten bien, se visten diferente a él. Se visten aparentando sus libertades a granel. Libertades encerradas en caminos y rutinas ¿Donde perdió la ciudad la libertad que tanto exhibía? Para el Ser la ciudad es un aparato de herejías: ser la máquina que doblega al hombre día tras día y lo premia por su esencía. Maquina devoradoras de almas, es la ciudad para el Ser con certeza.

Ser, ya abrumado por el saber que sabía y el saber que está por obtener, se encontró en un gran dilema que quizá respuesta ha de tener... pero para él, ya nada es igual. Son perspectivas, todas crudas, que da la "sociudad" o sociedad o suciedad o la ciudad. Las libertades encerradas en un pueblo que se cree diferente siendo todo igual. Se sienta. Se pone a pensar. Considera que la moneda incluso de dos caras necesita muchas mas. Tantas caras se cruzan, tanta caretas se han de usar. El Ser duda por momentos a quien sabiduría dar. Por momentos no los duda. Ya la duda no está más: No merece más que nadie, nadie más saber demás, todos merecen lo que saben y no quieren saber más. Ser se siente desposeído por que su misión ha de fallar. Más no puede hacer más nada que ser genuino y solo estar. Por mucho que insista de loco lo van a tildar. Loca locura que aun no es, el Ser cada vez se desvela menos, ya entendió aunque lo duda, como no hacerlo, porque se envidia lo ajeno y porque, estando sereno, cada vez es que piensa menos y pide más para comer. Ser superior, sabio puro e innato, que al bajar a la ciudad se siente con pies de barro. Ser que habita y que no estorba, más su presencia alborota pues esboza de la sociedad sus partes más grotescas y graciosas. Nadie le pregunta nada, nadie quiere saber quien es, o que hace, de donde viene o por que viste harapos. Se intriga, su propia mente pura, ya algo contaminada con la certeza de las dudas, empieza a cuestionarle toda su sabiduría y poner a flor de piel las amarguras. De intriga pasa a más duda, de duda pasa a ansiedad. El ser siente cosas que piensa lo van a matar. Esta triste, deprimido, abrumado, tambien se siente esclavo de los conocimientos pasados, pero seguro de lo que sabe y de lo que en la ciudad ha logrado, el ser no baja la cabeza, ahora más bien se siente elevado, acaba de recordar a sobrevivir en tiempos pasados, que cualquier tiempo moderno ese contrato es más fácil intentarlo y ya natura forma parte de un mundo salvaje más osado. El ser también sabía que para ser grande no hay que llegar anciano, hay que curtirse de experiencias absorbiendo lo bueno y desechando lo malo. El ser crece cada día en la ciudad, así parezca que lo asesinan a cada paso que da. Ya poco piensa en natura, necesita encontrar un trabajo: El ser, aunque no se rinde, entiende que ha caído bajo.

El Ser, decaído y censurado, decidió volverlo a intentar, decidió con su natura de nuevo la ciudad compara: Para tener una concepción pura de la vida, quedate en la naturaleza, crece integral y en armonía con natura que ella con premura cuidara de tus locuras y purificara tus pensamientos y las acciones mas sencillas o duras. Natura no juzga, natura juega a solucionar. Juega a hacerte difícil ese camino al arrabal, juega a poner obstáculos para que aprendamos a pensar antes de escoger hacia donde cruzar... anda a la ciudad si quieres tener algo falso. algo inventado, algo irreal, un mundo gris lleno de entes repetitivos y vacíos. Un mundo limitado por las libertades del castigo. Un mundo construido para condicionar designios. Un mundo ya inventado lleno de afán y hastíos donde se destruye al Ser y se construyen Humanos absortos con objetivos pre establecidos. El hombre social no es un animal: es un mal invento aceptado dentro de su mismo ser natural.